Un poquito de
magia para este viernes….
¿Quién no ha
oído hablar de la mandrágora? Esa planta chillona que aparece por ejemplo en
Harry Potter o
en El laberinto del Fauno. En ambas, la raíz de la planta aparece vinculada a
la magia, y su grito es presentado como uno de los sonidos más agudos y
desagradables del mundo.
Dice la leyenda
que todas sus raíces se transforman en hombrecitos que se dedican a favorecer al dueño de la planta
pero que al momento de arrancarlas grita, y que el grito mata a quien intenta hacerlo.
Por eso para arrancarla y seguir con vida se utilizaban perros atados y los
pobres pagaban con su vida.
Esta planta
crece en los bosques sombríos, a la vera de los ríos y arroyos donde la luz del
sol no penetra. Tiene semejanza con la figura humana y hasta hay diferencias
entre la mandrágora macho y la mandrágora hembra. Todo ello ha hecho que su
empleo en rituales mágicos de todo tipo sea algo indiscutible y también le ha
hecho ganar la existencia de creencias de aquellos que han querido ver, en esta
planta, un símbolo del mal, tanto por su toxicidad como por su apariencia.
En la Edad Media es cuando esta
planta pasa a convertirse de medicinal a ser una planta maldita
vinculada a rituales, brujas y
hechiceros. La mandrágora contenía el alma de los desesperados y quien la
poseía podía escapara a los atentados y volverse invisible o incluso indicaba
dónde estaban ocultos los tesoros.
Por
ejemplo
los jueces que juzgaron a Juana de Arco la acusaron de llevar oculta en la ropa
una raíz de mandrágora, de la cual obtenía su maravilloso poder de adivinación
y su don de mando.
Es altamente tóxica y puede
llegar a provocar la muerte si es ingerida directamente.
Hoy en día la
Mandrágora es una planta prohibida tanto en España como en Europa, sus frutos son
venenosos y sus hojas alucinógenas.
Por otro lado se
siguen cultivando con fines médicos y esotéricos.
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